Magdalena Trucco Magdalena Trucco

Si hay siesta no hay peligro

Sebastián Fuks

Si hay siesta no hay peligro

Si no hay depredadores, no hay alarma. 

Y sin alarma, entonces, no debemos estar preparados para la intempestiva huida.

Podemos quedarnos ahí, tranquilos, descansando. Total, si ninguno de nosotros es depredador podemos estar durmiendo la siesta juntos. Sin sospechar, sin medir, sin calcular. Solo estar.

Magui Trucco pinta amorosamente lugares donde cerrar los ojos, olvidarse del mundo y echarse una siesta no es un peligro. Donde bajo un árbol, se puede desconectar de todos los mecanismos que nos mantienen en constante tensión, con los sentidos despiertos. 

Un territorio sin depredadores. Una forma nueva de relacionarnos.

Sebastián Fuks, 2021

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Premonición Y Venganza Del Carpincho

Diana Aisenberg

Después  de la fiesta, el descanso. La naturaleza  no es una amenaza:  es el jardín de paz,  donde vamos a descansar sin estar  muertos. Traer el paraíso a la tierra invocando un mundo sin maldad.

Una naturaleza  sin inundaciones ni catástrofes, donde  nadie sufra  el frio ni el hambre porque los frutales están allí para alimentarnos. Cada  especie olvida a su depredador, por esta siesta por este instante, aquí en este cuadro.

En la búsqueda de silencio aparece  el grito primario que se intuye desgarrador. El grito que ve la luz, porque acaba de nacer. 

El mundo de la pintura es un mundo interior que no existe fuera del cuadro. 

Esta pintura es una plegaria, una oración en el dorso de la estampita.

Esta  pintura  es una bandera blanca, un pedido de paz, piedra libre para los humanos.

Un mundo sin regulaciones ni epidemias ni guerras. 

Esta pintura pretende encontrar sosiego en las imágenes en el intento de neutralizar el dolor de la realidad.

 Esta pintura invoca la vida simple, una siesta  eterna que no es morir.

Al altísimo o a quien corresponda: Señor Arte, calma nuestro dolor, acalla nuestros gritos desesperados, danos una esperanza  para la vida en la tierra.

Esta pintura es un deseo por otra humanidad.
Magui indaga  las  fuerzas  del bien y pone en evidencia la imposibilidad de hablar del bien sin hablar del mal.


Diana Aisenberg, 2021

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Huir y soñar

Santiago Orti

Hay un cuadro enorme que pintó Luis Felipe Noé en el año 1983 que se llama “Huir como Gauguin o soñar como Rousseau”. Está pintado con acrílico sobre tela y mide dos metros quince por tres metros setenta. En la parte inferior, casi al medio, aparece la figura de un hombrecito que sostiene un cartel donde aparece escrito el título del cuadro. Es la única parte del cuadro que aparece bocetada, parece haber quedado sin pintar, solo con un color pleno y arriba líneas en lápiz. El hombrecito parece ser un náufrago intelectual, un poco jipi, con pelos en el pecho, un collar de cuerda, sandalias, anteojos y pelos enrulados solo por arriba de las orejas. Un poco gnomo.

¿Qué tiene que ver esta pintura con las de Magui Trucco? ¿Qué anhelos o fantasías comparten? ¿Cómo se relaciona la obra de los mencionados Gauguin y Rousseau con la de estos dos pintores argentinos?

Vamos con Rousseau. Un fragmento de un texto de María Gainza dice lo siguiente: “Ese es el Rousseau que todos conocemos, el talento en bruto que pintaba selvas fluorescentes habitadas por animales salvajes y mujeres enigmáticas como esfinges”. Estos mismos elementos aparecen en esta serie de pinturas De Magui Trucco: animales salvajes (autóctonos) que rodean a una mujer enigmática que duerme la siesta en un paisaje natural que más que selva parece ser un prado de la pampa santafesina o un lugar despejado de los esteros del Iberá. Es un lugar visitado y revisitado hablar del arte Naïf del pintor francés, que no realizó educación formal de pintura (ni parecía interesarle) y que sus cuadros más conocidos los pintó después de cumplir los cuarenta años de edad después de ejercer los más diversos oficios, ir a la guerra y ser un pintor de domingo para no enloquecer o suicidarse.

Quiero agregar una línea más a esta temática. Se trata de una de las pocas cosas que creo haber aprendido en las clases de arte del secundario, por lo menos de las que teníamos con la profesora Berduque. En una clase recuerdo que dijo que el Naïf era un arte profundamente político, no me acuerdo como llegamos a eso pero si la frase: “Hay una nena con una flor y otra nena al lado con otra flor más grande y linda, política pura”.

¿Qué hay de político en una pintura de una mujer rubia, blanca y en bombacha, durmiendo plácidamente la siesta junto con un carpincho, un zorro, dos ciervos, un perro, mariposas, un chanchito y tres pájaros rodeados de flora silvestre? ¿Ser Naïf es ser inocente, idealista o un poco boludx? El mundo no funciona así, te dicen. Pero efectivamente existe un mundo donde las especies coexisten en paz en un entorno natural, donde el único rastro de civilización es la vestimenta que tiene puesta la protagonista. Un paraíso con ropa. Ese lugar queda en la pintura de Magui Trucco, que es profundamente política. El mundo ideal imposible que imagina y pinta es una preocupación por el mundo real y posible. Entre esos dos mundos existe una asíntota, un línea a la que tiende pero nunca toca, con la que se encuentra en el infinito. Los vehículos para alcanzar este lugar de encuentro son la huida y el sueño y los manejan Rousseau y Gauguin respectivamente. Luis Felipe se sentó del lado de la ventana, Magui Trucco prefiere el asiento largo del fondo, hay lugar para más pasajerxs. Allá vamos.


Santiago Orti, 2021

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