Premonición Y Venganza Del Carpincho

Después  de la fiesta, el descanso. La naturaleza  no es una amenaza:  es el jardín de paz,  donde vamos a descansar sin estar  muertos. Traer el paraíso a la tierra invocando un mundo sin maldad.

Una naturaleza  sin inundaciones ni catástrofes, donde  nadie sufra  el frio ni el hambre porque los frutales están allí para alimentarnos. Cada  especie olvida a su depredador, por esta siesta por este instante, aquí en este cuadro.

En la búsqueda de silencio aparece  el grito primario que se intuye desgarrador. El grito que ve la luz, porque acaba de nacer. 

El mundo de la pintura es un mundo interior que no existe fuera del cuadro. 

Esta pintura es una plegaria, una oración en el dorso de la estampita.

Esta  pintura  es una bandera blanca, un pedido de paz, piedra libre para los humanos.

Un mundo sin regulaciones ni epidemias ni guerras. 

Esta pintura pretende encontrar sosiego en las imágenes en el intento de neutralizar el dolor de la realidad.

 Esta pintura invoca la vida simple, una siesta  eterna que no es morir.

Al altísimo o a quien corresponda: Señor Arte, calma nuestro dolor, acalla nuestros gritos desesperados, danos una esperanza  para la vida en la tierra.

Esta pintura es un deseo por otra humanidad.
Magui indaga  las  fuerzas  del bien y pone en evidencia la imposibilidad de hablar del bien sin hablar del mal.


Diana Aisenberg, 2021

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